En primer lugar, debemos tener claro que Navidad no es solo un día de excesos, sino varios. Eso significa que el riesgo de exceso se multiplica, en el mejor de los casos, por cinco o seis días. En cada una de estas comilonas sin control fácilmente podemos comer 1.500 calorías de media de una tacada. En todas estas comidas, se suele hacer un tremendo exceso de comida que muchas veces se usa al día siguiente porque es imposible acabar con ella. Se trata en muchos casos de entrantes relativamente pequeños, pero en gran cantidad, previos a la “comida principal”. Dichos entrantes suelen basarse en pan, quesos, carnes grasas y un largo etcétera.
El consejo principal en estos casos es planificar bien las comidas. La tendencia a la ganancia de kilos durante las fechas navideñas es que, aún sabiendo que ese día la comida y/o cena será excesiva, el resto del día se sigue comiendo igual o peor tal y como explicábamos antes. Esto, al final del día, implica que probablemente hemos duplicado el consumo calórico. Debemos intentar priorizar frutas y verduras en las comidas, ya que ambos tipos de alimentos tienden a comerse en crudo y en cantidad; por ello, entre su bajo contenido calórico y su poder saciante, su consumo puede ayudarnos a refrenarnos respecto a otros alimentos menos interesantes nutricionalmente (y más calóricos).
Elegir bien qué vamos a comer, aunque en muchos casos sea difícil, puede ahorrarnos problemas al día siguiente. Como ya hemos comentado se suele tender al exceso en las comidas navideñas, pero también se suele tender a la variedad, por lo que en ocasiones saber elegir qué comer y cuánta cantidad puede ahorrarnos disgustos al día siguiente o al subirnos a la bascula sobre mediados de enero.
También deberíamos tener en cuenta la calidad de lo que comemos. Por ejemplo, intentar priorizar las carnes más magras (pavo, pollo o conejo) respecto a las más grasas. Aunque la grasa por sí misma no ha demostrado ser perjudicial, muchos estudios sí han relacionado el exceso de grasas saturadas con enfermedad cardiovascular, e incluso con el cáncer, aunque siempre se trata de grasas en alimentos altamente procesados como pizzas, hamburguesas y demás comida rápida. Asimismo, es recomendable tirar de grasas saludables (mono y poliinsaturadas) respecto a las procesadas; en este caso sería aconsejable el uso de aceite de oliva respecto a otros como el aceite de girasol o el aceite de palma, ¡y no olvidar jamás el potencial de los frutos secos, ricos en grasas saludables y con un alto poder saciante!
Por otro lado, tenemos el caso de las bebidas, donde los refrescos ricos en azúcar y las bebidas alcohólicas destacan por su elevada presencia y es que el azúcar añadido, es el mayor defecto nutricional y en estas fechas también, es donde los refrescos destacan por su facilidad para ser consumidos, y para excedernos. De hecho, algunos estudios han demostrado que incluso tomar tan solo dos refrescos a la semana puede aumentar el riesgo de diabetes mellitus tipo 2, algo llamativo y a tener en cuenta.
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